una Librería en Oporto

No sé cuánto de casualidades está llena la Vida, o cuánto se trata de Causalidades, pero cuando fui a Oporto, pasó algo bastante difícil de que pasara.

Para esos tiempos míos de Intentar, me llegó una escrito que fue en vena, a mi rincón de Frases en miLibreta. Recuerdo Esa frase, sobre todo su hacia dónde, y abajo, ponía el nombre de su autor, que me quedó como dibujo en mi memoria. Sé que había la curiosidad de un par de eses juntas por el final, pero poco más. Leí ese nombre, pero es de esos que solo lo reconocería, y quizá no, si lo escuchaba. Y así quedó.

Luego, en esos viajes de Cu4troDías que me inventaba, un día salió: ¿Y si Portugal? ¿Lisboa? ¿Oporto? Ei, guay, para Oporto. Y maravillosa elección. Bonita ciudad, sus gentes, su puerto, su mar, sus pescadores, sus calles, su comida, su fútbol, sus faros, su Porto, sus rincones preciosos, sus baldosas, sus luces, sus fados, y sus muchos más, pero con sensación de pequeño, de acogedor, de familiar, de buenos vecinos.

Pero de golpe, en mis paseos, me encontró una Librería Antigua, de puerta preciosa, con fila para entrar, y entradas para algo. Quise curiosear, y pagué esa entrada. Me explicaron que había un homenaje a un autor suyo, de su Portugal, uno de sus célebres, y cuando me dieron la entrada, ponía su nombre: Fernando Pessoa. Uou, ese nombre me suena. Se activó mi cerebro olvidadizo, y millones de datos hicieron más fila que la de afuera. Datos, letras, fotos, dibujos, imágenes, y… ¡boom! ¡La frase! ¡Creo que es el tipo de la esa frase! La tengo en el móvil, busqué, capturas de pantalla, Screenshots, pasando rápido pero atento, llegué a ella, inclinada y amarilla, y ¡Boom2! La frase brutal Aquella, y al final, el dibujo, donde ponía, Fernando Pessoa. No me lo podía Creer. ¿De verdad? Boom3 en el pecho, y agradecido a laVida por estas sorpresas que iluminan como luciérnagas el Camino, y que si la dudas, te obligan, a dejARTE Vivir.

Entré, disfruté de tocar esas estanterías de madera, de los años, de los libros, del Saber, y leí en Oporto, Esa frase de uno de los suyos, sin saberlo, queriendo seguir teniéndola presente, como seguir teniendo presente, la bonita y difícil decisión, de Confiar.

(Luego, alquilé una bicicleta eléctrica, y Navegué, hasta el Majestic.)

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