Hacer las paces con la nostalgia,
con aquello de donde venimos,
con esas raíces que nos regaron incondicionalmente,
a veces quizás demasiado.
Es nuestra memoria,
sobretodo esa que no recordamos,
esas formas, esos caminos andados,
esas piedras que construyeron casas,
con sus vajillas, sus cajones,
su fuego, sus baldosas, hoy algunas rotas,
y su olor, que al abrir la puerta vuelve,
con ganas de encontrarlo.
Tiempos de ellos y ellas,
cada uno con lo heredado,
cada una con su historia más que asumida,
aprovechando cada detalle de lo aprendido,
creándose una vida desde bien poco,
y queriendo mucho,
con lo que pudieron, supieron, y sintieron.
Hoy siguen queriendo,
con esas miradas de saber que hay cosas que se van para siempre,
agarrados a lo que queda con lo que hay,
y yo admiro esa capacidad
de seguir remendando sus tejados
con buenas ideas y pocas fuerzas,
sabiendo cerca el temporal.
Hoy quiero hacerme paz con lo que fue y es,
sin estar anclado a ese recuerdo con deseos de nostalgia para siempre.
Hoy ese pasado lo estoy aprendiendo muy presente,
en otras manos, en sus manos, también en las mías,
con tierra de muchos tiempos,
y con aires de formar parte de algo bonito.
Sin hasta hoy saber más,
Agradezco infinito,
para vivir.

